Este año Territori4x4 ha estrenado un nuevo Raid. Se trata del Balkan Raid, un viaje a través de los países procedentes de la antigua Yugoslavia, establecidos en la zona de los Balcanes, con la friolera de 30 y tantos coches participantes.
Nuestra aventura comienza en Venecia donde los participantes se reúnen al inicio del dia 09.08.09 para recoger de manos de Albert y Eduard las pegatinas, la mini-guia que, con muy buen criterio, ha confeccionado Jordi y el roadbook del primer día.
Una vez los grupos formados (algunos ya de antemano, otros por afinidades, otros por casualidad), se inicia la marcha. Debemos llegar a Ljubljana, capital de Eslovenia. La ruta toma la carretera hasta cruzar la frontera Italo-eslovena, pero pronto ya cogemos pista. Una pista verde, que es el color que veremos durante todo el día y durante todo el viaje. Totalmente rodeados de vegetación, las pistas desparecen en medio de frondosos bosques de haya.
Unos paisajes espectaculares, montañosos, los pueblecitos “ordenados”, limpios, llenos de flores y huertos, donde se respira una profunda paz, salvo por la inoportuna intervención de un payes local al que molesta nuestra presencia, bloqueando el camino con su camión. Jordi Tobeña y Albert Margarit tuvieron trabajo extra este día.
Antes de llegar a la capital visitamos el lago Bled, lugar de veraneo de los lugareños, donde son clásicas las regatas.
La visita a Ljubljana la realizamos al anochecer, lo que nos permite disfrutar del ambiente “chill-out” en todo el centro de la city.
Después de la cena, la organización propone una reunión que se convertirá en cita obligada cada día, hacemos balance del día, se reparten roadbooks del dia siguiente y se explica lo que nos espera en la próxima etapa.
La buena organización y la entrega de roadbooks el día anterior por parte de la organización facilita la buena e independiente marcha de los participantes, cosa que se agradece cuando se trata de un grupo tan numeroso de coches.
La mañana del día 10.08.09 la dedicamos a visitar las cuevas de Postojna y el castillo de Predjama. La visita a las cuevas se realiza en un tren que recorre las galerías superiores, en un tramo de 5km de un total de 20km visitables. Con una temperatura de 8ºC la visita se hace agradable.
El castillo de Predjama, excavado en la roca, pertenecía al Robin Hood local un tal Erazem Lueger.
La entrada a Croacia se hace esperar un poco en la aduana. Así serán estos momentos a partir de ahora, generalmente entre una y dos horas para sellar pasaportes, comprobar datos del coche y en alguna que otra aduana abonar un impuesto.
Al llegar a Rijeka, el grupo se divide en dos hoteles, ya que los parkings de los mismos son pequeños y así podrán dar cabida a la multitud de participantes del Balkan Raid. Aprovechamos para darnos un baño en el Adriático antes de visitar la ciudad.
Hoy, día 11.08.09 visitaremos los lagos del Parque Nacional de Plitvice, pero esto será por la tarde. Tenemos toda la mañana para disfrutar de las pistas que costean el mar Adriático, que nos ofrecen unas vistas impresionantes, para llegar después de comer al P.N. Plitvice. La visita dura aprox. 3 horas, un sinuoso camino al lado de los lagos, para poder apreciar bien las cascadas de agua casi azul celeste, limpia, transparente.
Nos dirigimos a Bihac, ciudad Bosnia donde dormiremos y descansaremos para la etapa de mañana.
Nos levantamos con ganas de rafting. Se trata de pasar un buen rato haciendo rafting (bastante suave, muy suave) por el río Una. Ni que decir tiene que remamos mucho, pero nos reímos todavía más y nos mojamos los unos a los otros mucho más.
El rafting provoca la separación de los grupos. Aquellos que no hacen rafting empiezan de buena mañana con la ruta programada. Los otros, nos tenemos que espabilar un poco más.
Ponemos rumbo a Vitez, nos impacta la presencia de letreros a pie de pista alertándonos del peligro de minas, letreros que se repetirán a menudo circulando por Bósnia.
La ruta, fantástica, de impresionante belleza, sólo empañada por el percance sufrido por el Toyota FJ, que al final queda reducido a un susto. Aquí debemos aplaudir la faena realizada por los mecánicos del grupo. Un trabajo excelente.
Ya recuperados del susto, dormimos en Vitez.
Salimos temprano la mañana del 13.08.09 para visitar Sarajevo, sus instalaciones olímpicas y llegar a Mostar con suficiente tiempo para visitar esta ciudad que realmente encoge el corazón pues es al visitarla cuando te das cuenta de lo que las guerras son capaces de hacer.
Antes pero, visitamos rápidamente Sarajevo, capital de Bosnia-Herzegovina. Aunque la ciudad se encuentra casi totalmente reconstruida, aquí empezamos a darnos cuenta de lo que sus habitantes debían sufrir hace unos años. Todavía pueden verse las marcas de los balazos y de las bombas en las fachadas de los edificios que quedaron en pie.
A pesar de ser una ciudad cosmopolita y moderna, la vista se desvía hacia esos edificios, sin poder evitarlo.
Cerca de la capital se encuentra la sede de los juegos olímpicos de Sarajevo de 1984. Se accede a la cima por una pista estrecha, pedregosa y muy empinada. Las vistas que se dominan desde lo alto de la estación de esquí son impresionantes. El valle es fantástico, un manto totalmente verde, salpicado de pistas sinuosas donde de vez en cuando ves pasar un carro cargado de heno para los animales, unos agricultores que recolectan hierba y madera para pasar el invierno, o los pastores que con toda su cortesía nos preguntan (como pueden ellos o como podemos entender nosotros, si bien el lenguaje de los signos no tiene fronteras) hacia donde vamos, o de donde somos. Gente muy interesada en hablar con nosotros, muy amables y muy sonrientes.
Nunca nos niegan una posible foto, y si pueden incluso te invitan a tomar su licor de cerezas.
Y por fín, Mostar. Una impresionante ciudad. Si Sarajevo ya nos impactó, la verdad es que Mostar nos ha dejado el corazón totalmente encogido. Aquí, en esta ciudad, dividida por el río Neretva, es donde uno puede realmente darse cuenta de los sufrimientos tan inútiles que a veces el ser humano es capaz de soportar tan solo por las diferencias políticas, religiosas o étnicas de los habitantes de un mismo país.
En esta ciudad también es donde mejor se refleja la convivencia que estos países procedentes de la antigua Yugoslavia tienen en la actualidad. El skyline nos muestra un sinfín de campanarios de iglesias cristianas, vecinos con los minaretes de las mezquitas, cosa que nos resulta impactante.
Si tienes el valor de entrar en alguna de las casas destruidas todavía podrás ver los sacos de tierra que a modo de trincheras hacían servir los locales para defenderse de los ataques.
El puente viejo está reconstruido. Pero, como ya hemos dicho antes, conviven en esta ciudad los ecos de la guerra con la modernidad de sus gentes.
Dubrovnik una de las ciudades con más encanto de Croacia es nuestra siguiente meta. Así que después de visitar otra vez con la luz del día la ciudad de Mostar nos dirigimos hacia Dubrovnik, uno de los centros turísticos más importantes del mar Adriático. Por el camino nos paramos a visitar el entrañable pueblecito de Pocitelj, y mientras sorteamos las curvas de la carretera costera, nos paramos a comer pescado en un restaurante local que bien vale la pena.
Dubrovnik es una ciudad amurallada, totalmente reconstruida desde que finalizaron los conflictos. “La perla del Adriático”, Patrimonio de la Humanidad. Pasear por sus callejuelas mientras anochece, tomar unas copas en la terraza a las afueras de la muralla, con el aroma salobre del mar, una sensación agradable.
Dicen que reirse a carcajadas antes de irse a dormir ayuda a conciliar el sueño. Esa noche todos los que tomamos el bus hacia el hotel con Josep Mº (del grupo de Quim) le tendremos que agradecer que a la mañana siguiente despertáramos todos como rosas. Si no, preguntadle.
A pesar de que el día 15.08.09 era día libre, todos los participantes decidimos por unanimidad visitar la bahía de Kotor en Montenegro. Una de las bahías más impresionantes, el fiordo más austral de Europa.
La diversidad de países nos obliga a pasar frontera tras frontera, aguardando pacientemente las colas en las aduanas. Salimos de Dubrovnik (Croacia), pasamos por los pueblos fantasmas (Bosnia-Herzegovina) y llegaremos a Montenegro.
No podemos perdernos tampoco la visita a los pueblos fantasmas en Bosnia-Herzegovina, a los que accedemos por una vía de tren abandonada. Al tratarse de una vía en un solo sentido durante unos 20km aprox, nos obliga a organizarnos de manera ordenada, creando un lugar de encuentro en la vieja estación donde se reúnan todos los grupos comunicados constantemente por emisora, con un excelente moderador como Albert. La visita a los pueblos abandonados nos vuelve a transportar a la cruel realidad de una guerra, sobre todo cuando llegamos al pueblo del “colgado”, sensación inexplicable al doblar la curva y tener una primera visión de un maniquí colgado de un árbol. Símbolo para los siguientes comandos croatas que llegaran al pueblo, prueba de que todo los habitantes habían sido aniquilados. Todavía tenemos la piel de gallina y un escalofrío en el cuerpo.
Alcanzamos Kotor por pistas de alta montaña y la visión que nos ofrece su bahía compensa los ratos perdidos. La ciudad, rodeada de murallas nos ofrece un refrescante helado en su plaza mayor.
Ahora nos toca dirigirnos hacia el ferry que nos permitirá cruzar la bahía y volver a Dubrovnik. Aunque el roadbook nos envía por el lado montaña, nos permitimos la libertad de tomar la ruta costera, lo que nos facilita poder admirar más de cerca la vida del litoral adriático.
Volvemos a Dubrovnik ya casi anocheciendo, pudiendo admirar des de los altos de la montaña colindante la “perla del Adriatico” de noche, con su muralla iluminada, las luces tenues de las barquichuelas atracadas en su bahía.
Dejamos Croacia para adentrarnos en Montenegro. Verdaderamente inexplicable. No nos cansamos de admirar el paisaje, completamente salvaje, aunque salpicado de casitas habitadas, cosa que nos sorprende bastante, ya que la vida aquí no debe ser fácil. Es un lugar inhóspito, a 2500m de altitud. Este paisaje nos llena de paz, una sensación agradable de bienestar, tanto que si no fuera porque tenemos el hotel reservado, todo el grupo está de acuerdo en que quedarse a dormir en lo alto del parque Durmitor sería una experiencia sorprendente.
Antes de llegar a nuestro fantástico Hotel SPA de hoy, hacemos parada para tomar fotos desde lo alto del puente que cruza el rio Tara y admirar,aunque sera una visión panorámica el famoso cañón del rio Tara.
Tras un suculento desayuno en el Hotel 5* iniciamos la etapa en la cual entraremos en Albania, país totalmente desconocido para los europeos a causa del aislamiento que ha padecido por el régimen comunista de Hoxha durante largos años.
Atravesamos la capital de Montenegro, Podgorica, todo un laberinto de calles que el roadbook nos descubre esquina tras esquina. Nos llama la atención el colorido de sus casas, las calles llenas de vida, y la disparidad de gente conviviendo en un mismo espacio.
De camino a Shköder visitamos el Monasterio de Moraca. Bonito, pero muy turístico. Como diría Jordi Tobeña, correcto.
Finalmente llegamos a Shköder, donde al día siguiente visitamos su castillo de Rozafat, una fortaleza bastante deteriorada actualmente, pero unas buenas vistas de la ciudad.
La etapa de hoy es bastante relajada, con la intención de poder llegar a Tirana, capital de Albania a una hora prudencial y poder visitarla sin prisas.
Por el camino visitamos la ciudad de Krüje, donde nos espera el castillo de Sakandenberg, un héroe nacional nacido aquí.
El centro de la capital Tirana es visitado en poco tiempo. En realidad todo lo interesante se encuentra alrededor de la Plaza Skanderbeg. Por eso, decidimos salir del centro. No nos cuesta demasiado. Dos calles más allá y parece como si hubiéramos cambiado de ciudad. Bloques de pisos sombríos, sin balcones, típicos de los países comunistas, calles estrechas, depósitos de agua en las fachadas, …… comunismo puro.
20.08.09- En la reunión de ayer la Organización de Territori 4×4 nos proponen realizar la etapa de hoy en dos versiones diferentes. O bien la Albanian Central Trail (una recorrido de más de 100 km que se hace en 12 horas, cruzando Albania a través de las montañas del centro del país) o bien otra ruta más tranquila para llegar al lago Ohrid.
Por unanimidad todos los participantes se apuntan a la Albanian Central Trail. No nos lo podemos perder, aunque no las tenemos todas con nosotros.
La ruta pasa por pistas con fuertes pendientes, lechos de río con piedras de un tamaño considerable, bajadas en laderas de montaña prácticamente verticales, donde los camiones de leñadores de los lugareños no pueden realizar el giro, así que, como dice Tobeña, hacen la bajada a la albanesa. Un tramo de cara y el siguiente marcha atrás, así, tal como lo explicamos nosotros también lo probamos.
Fue estupendo. Largo, lento, con barro algunos tramos, aunque disfrutamos como cosacos.
Tuvimos la suerte de poder tomar contacto con un grupo de leñadores mientras comíamos. Gente amable, trabajo duro, recolectando madera para el invierno que debe ser duro, aunque ahora en verano estábamos pasando mucho calor. Quizá el día más caluroso de todo el viaje. Acabada la ruta nos dirigimos directamente al hotel (en Ohrid, Macedonia) ya que hemos ocupado todo el día en realizar estos 100km.
Estamos llegando al final del viaje. Aunque algunos mañana nos dirigiremos hacia Grecia, a las Meteoras, la mitad del grupo se dirigirá hacia Serbia, Belgrado, para realizar la vuelta en coche vía Venecia.
Así que esta será nuestra última cena juntos, nuestra última reunión juntos, pero nos quedan los recuerdos de los buenos momentos vividos, de las risas, de los sustos (afortunadamente pocos) así que abrimos una botella de cava para celebrar habernos conocido y brindar por futuras salidas juntos, porque esto realmente promete.
La visita a las Meteoras se realiza en poco tiempo, ya que llegamos casi al mediodía y sin perder demasiado tiempo nos dirigimos a Igoumenitza para coger el ferry de vuelta a Ancona (Italia).
Quisiera agradecer a todos los participantes del Balkan Raid su buena predisposición haciendo así un viaje inolvidable. Mi mención especial a nuestros compañeros de viaje Pepita, Maite, Francis i Josep Mº por el buen rato que nos han hecho pasar.
Elsa Roura.