Cuando estábamos en la cola para embarcar en el ferry Génova-Túnez me crucé con Albert Margarit, sin saber que era uno de los organizadores del Raid que nos iba a tener 5 días metidos en las dunas del Sáhara.
Al enterarse de que era mi primera experiencia en una aventura de este tipo me dijo: “Vas a disfrutar como un niño!”. Desde mi postura de sesentón a las puertas de su jubilación me pareció exagerado1. Pero me dejó pensativo. Si fuera cierto, creo que no hay mejor manera de expresarlo. Los niños, esos locos bajitos de los que hablaba Gila, disfrutan con una intensidad tal lo que les gusta que les hace olvidar todo lo demás.
Debo confesar que 2 semanas antes de ese día no tenía la menor idea de lo que era una travesía por las dunas. Ni de que iba a verme involucrado en una de ellas. Fue un apreciado colega, Sebastián Oriol, poseedor de un flamante Jeep Wrangler, que en una fiesta de jubilación de otro colega me dijo: “Me falta un copiloto para una aventura por el desierto de Túnez. ¿Te vienes?” Me costó 24 horas decidirme. El tiempo justo de obtener el permiso de mi Jefatura Superior, o sea mi mujer.
Nuestro vehículo era un juguete comparado con los más profesionales de los 80s. No, no se trata de ningún grupo musical de esa época. Sino de los clásicos Toyota que tienen el mayor prestigio para afrontar esto de las dunas. Sin embargo, acometimos la empresa de preparación con el mismo entusiasmo. Y debo añadir que no sufrimos ninguna rotura mecánica. Mientras que muchos Toyotas necesitaron de las asistencias. La electrónica ya fue otra cosa porque nos falló casi todo: el Garmin, GPS, la cámara de video y la radio de 2mts, que funcionaba cuando quería.
El itinerario previsto, que sea ajustó mucho a la realidad, fue:
• Génova – Tunis. 24h de barco
• Tunis – Douz. 500 kmts de carretera más o menos maldita.
• Douz – Campamento Zmela. 1a jornada de desierto.
• Campamento Zmela – Campamento Zmela. 2a jornada
• Jornada maratón con acampada libre. 3er i 4o días.
• Campamento Djebel – Douz. 5a jornada
• Douz – Hamamamet. 500kmts de carretera.
• Hammamet – Chot El Jerit – El Jem – Sidi-Bou-Saïd – Tunis
• Regreso en barco a Génova.
Cuando te dicen que para hacer 250 kmts de dunas has de hacer más de 3000 kmts de carretera y pistas, sin contar los dos días de barco para ir y volver, te suena a broma pesada.
Sin embargo esto está pensado para gente que gusta de conducir. Y más si es para llegar a hacer algo que les gusta. Por tanto, no oí a nadie quejarse.
Día 11. Salida de Barcelona temprano dirección Génova para dormir en Roquebrune, Frejus. A las puertas de la Côte d’Azur. 600 kmts.
Día 12. Salida para el puerto de Génova. 270 Kmts. Embarque en el Ferry a Tunis a las 15:00h.
Día 13. Llegada a Tunis a las 15:30h2. Salida inmediata para Douz, a las puertas del desierto. 480 kmts. Algunos de ellos por carreteras malditas. Cena en el Hotel El Mouradi, muy guapo. Primera sesión de briefing para detallar a los participantes del Raid la 1a etapa.
Día 14. 50 kmts. de pista hasta las primeras dunas y las primera clavada en la arena. Hay que deshinchar más los neumáticos. Dunas pequeñas de precalentamiento. Comida de acampada con recursos propios. Agua y más agua. Más de 35o al mediodía que se aguantan bien con una humedad cercana al 0%. Llegada a una fortificación francesa en ruinas de la I Guerra Mundial ubicada en un montículo rodeado de dunas.
Espectáculo de postal con dunas hasta el horizonte y en medio el Oasis Ksar Guilane. Lago con aguas termales creado involuntariamente por las mismas tropas francesas en su afán de encontrar petróleo. ¡Cervezas frescas! Nuestro guía se marcha para dar soporte a un equipo de la competición que se ha quedado tirado3. Llegamos al campamento de destino por GPS y por hue…! Gracias, Carlo (colega portugués) por abrir pista. En el campamento Zmela duchas (limpísimas) cena y briefing.
Empiezan las dunas grandes y la diversión Dragon-Khan. Encalladas continuas resueltas con poca pala y mucho winch (cabestrante eléctrico para socorrerse mutuamente). Como si fuéramos alpinistas que se van relevando a estirar unos de otros. Empiezan las descalzadas de neumáticos. Al estar bajos de presión, los golpes laterales en la arena los desllantan. Aprendemos a “leer las dunas”. O sea, por dónde se han de atacar y por dónde salir para enlazar con la siguiente. Volvemos al campamento Zmela. Ducha y cena con vino blanco de Kebili fresco! Los lavabos no dejan de sorprender por lo limpios que están y las haimas con cómodas camas.
Día 16. Salimos para hacer la etapa maratón. Dos días seguidos de dunas con acampada libre en una noche de luna llena. Dunas y más dunas. El desierto puro y duro en todo su esplendor. Impresionante. En las esperas se puede apreciar el silencio, la vida de la pequeña fauna (pájaros, escorpiones, serpientes) y los camellos (perdón, dromedarios ya que solo tienen una joroba). Viento, arena y sobre todo buen rollo entre todas las nacionalidades: italianos, portugueses, castellanos y catalanes, van conformando nuestro estado anímico4. Bajada divertida desde una de las dunas más altas a un plateau donde acampamos para dormir.
Día 17. Desayuno de campaña, mientras los locales hacen su “pain de sable”, amasado con harina normal pero cocinado a la brasa bajo la arena. Buenísimo. Todo el día dedicado a las dunas. Esta vez más duras, siempre en primera o reductora para poder trepar y luego dejarse caer en un ejercicio mezcla de esquí, hacia arriba y hacia abajo, y de navegación marina por un mar de arena. Llegada al campamento Djebel. Un poco “cutre” con sus duchas de cubo y palangana pero que después de dos días de arena son una gloria.
Día 18. Último día de dunas. Muchos camellos y condiciones de arena muy variadas. Desde fango seco hasta fesh-fesh con una arena tan fina que parece harina. Pero divertido y agotador como siempre. Cordones y más cordones de dunas que no se acaban. Decidimos no parar y seguir para llegar a comer al Hotel El Mouradi en Douz, nuestro punto de partida y cierre del ciclo por el desierto.
Día 19. Jornada de turismo de regreso al Norte. Visita al gigantesco lago salado Chot el Jerid, donde los restos de un autobús de holandeses abandonado en la sal semienterrado es testimonio del tiempo que no habían carreteras. Llegada a El Jem con el anfiteatro romano más grande del continente africano, con capacidad para 30.000 personas. Hacemos noche en el buen hotel Lella Baya de Hammamet, donde se hace la entrega de trofeos.
Día 20. Partimos para Tunis a coger el ferry de vuelta, pero antes nos detenemos en un precioso pueblo en la colina que mira la ciudad llamado Sidi Bou Said. Casas de cal blanca con puertas añil, como las del mar Egeo, que recuerdan algún pueblecito andaluz.
El viaje de regreso desde Génova no lo describo porque fueron 10 horas seguidas de conducción nocturna, alternando al volante y luchando contra el sueño. Receta para no dormirse: ir comiendo pipas no saladas.
Epílogo
Tenía razón Albert. Durante los días que estuve en el desierto estuve abstraído del mundo. Disfruté como un niño.
A pesar de que regresé con todos los huesos fuera de lugar, fue muy divertido y no me arrepiento de haberlo hecho. Si hay alguien que está dudando en participar le diría que se apunte, esto está pensado para todos. Desde los más competitivos y aventureros hasta los más contemplativos.
No quiero terminar sin un recuerdo agradecido a los organizadores que lo hicieron posible: los hermanos Rosa, Lluís y Toni, Josep Carbonell, Albert, el equipo de mecánicos Josep Ripoll, David y Ramón, y a todos los que mi memoria traiciona. Y como no, a los compañeros de viaje con los que compartimos penurias y gin-tonics en las acampadas. Un abrazo para todos.
ORIOL CASAS GUI
