El relato que explicamos a continuación es el viaje que un grupo de amantes del desierto de Madrid, Andalucía, Cantabria, País Vasco, Cataluña, Aragón y Valencia, hizo el pasado mes de octubre 2006, por un recorrido inédito y excepcional en uno de los paraísos vírgenes más inmensos y desolados del mundo, el Sahara argelino.
El objetivo básico de la expedición Transahariana 2006 de Territori 4×4 era hacer fácil y sobre todo absolutamente seguro, un recorrido aparentemente complicado y duro, conociendo lugares míticos como Tamanrasset, el Gran Erg Occidental, el Tanezrouft o el Tassili del Hoggar. Esta es la crónica del viaje.
SALIDA DESDE ALICANTE
El viaje se inicia en el Puerto de Alicante, allí todos los participantes, con sus vehículos, incluida la moto de Jesús, nos reunimos y empezamos a conocernos en lo que será una excitante aventura de 16 días. Antes de partir una buena cena que se sabe será la última hasta no sabemos cuando.
Es Ramadán y el barco sale con retraso, por fin sobre las 12 de la noche suelta las amarras e inicia su travesía hacía el puerto de la ciudad de Oran. Fundada en el siglo X por mercaderes de Alandalus, fue ocupada por los españoles en 1509. De 1708 a 1732 y de 1791 a 1831, estuvo bajo el dominio Otomano antes de la ocupación francesa de la que dependió hasta la independencia de Argelia.
A las 10 de la mañana tras unas horas esperando para desembarcar, los motores de nuestros vehículos se ponen en marcha para pisar suelo argelino, pasamos los inicialmente duros controles aduaneros y nos reencontramos con nuestro equipo de guías, en total 5 personas, incluido el mecánico. Lo primero que hacemos es llenar de combustible nuestros depósitos, aprovechando el bajo precio que disfrutan los argelinos en esta materia prima. Por anchas avenidas llenas de un tráfico bastante ordenado, abandonamos la ciudad portuaria de Oran.
DE ORAN HASTA EL GRAN ERG OCCIDENTAL
En la región de Orania, las carreteras son muy transitadas no sólo por vehículos motorizados sino por personas y animales que caminan por los arcenes del asfalto, eso hace que el riesgo sea mayor y la precaución en nuestra conducción sea máxima. Tras unos cuantos de kilómetros, decidimos parar un rato y comer ya que el hambre se había agudizado por los nervios de estas primeras horas en tierra argelina, por respeto al Ramadán nos alejamos de la carretera por la que circulábamos y, lejos de la mirada de cualquier persona, comemos.
El primer día hacemos más de 400 kms. Antes de montar el campamento, llenamos de combustible todos los «jerricanes» y depósitos, no habrá mas gasolineras en 600 kms. Acampamos ya de noche sobre unas pequeñas dunas cerca de la pequeña población de Asla, situada en la región montañosa de los Atlas.
Iniciamos nuestra ruta por una bella región montañosa, denominada «Monts des Ksour», en la parte occidental del Sahara, cerca de la frontera con Marruecos, el nombre de esta zona tiene su origen en la presencia de una cuarentena de Ksour o alcázares.
Compramos pan, agua y algo de fruta en Chellala Dahrania, una pequeña población, con un ksar de 1180, que el 14 de marzo de 1964 sufrió un terrible terremoto que lo destruyó y produjo su actual estado de abandono. Chellala Dahrania está situado en una posición estratégica ya que permite el paso transversal desde las altas llanuras del Atlas a los pies del desierto del Sahara. Esta situación privilegiada hace que este sea el paso escogido por nuestra expedición para descender rumbo SO hacía el Gran Erg Occidental, próximo reto que debemos superar.
Dejamos el asfalto y tomamos por fin tierra, tras 250 kms de hamadas y bastante fuera pista vemos las primeras dunas, dunas que como siempre ocurre, parecen (y son) inmensas tanto en tamaño como en belleza, todos nos preguntamos cual será el paso para acceder al Gran Erg Occidental, cambiamos el rumbo y circulamos paralelos al cordón, mirando de reojo el espectacular paisaje de arena que tenemos a nuestra izquierda y que por algún sitio deberemos cruzar, tras unos pocos kilómetros buscando, encaramos el paso, pero la arena aunque muy deseada por todos, no estaba contemplado fuera tan exigente con nosotros, primeras quedadas y la demostración en ese momento, lo que sucedió durante todo el viaje, que eramos un equipo, un muy buen equipo de compañeros en donde todos colaboramos para solucionar cualquier tema.
La experiencia y el cansancio, nos indicó que lo mejor sería acampar en esas dunas, con el Jamón Ibérico de David, el «Idiazabal» de Angel y Maria Jesús, el «Rioja» de Antonio y el sabroso té a la menta de Mustafá, cenamos de maravilla y olvidamos todas las penas del duro trabajo hecho unas horas antes.
Tras desayunar y con fuerzas renovadas, las dunas que la tarde anterior nos jugaron alguna mala pasada, fueron por la mañana, dóciles y buenas con nosotros, todos las cruzamos sin problemas. A este primer cordón de dunas, siguió una hamada (llanura inmensa de arena y pequeñas piedras) de unos 150 kms de largo y una anchura cada vez más menguante por las dos cordilleras de dunas que teniamos a ambos lados de la marcha, llegamos a un pequeño monumento erigido por los franceses. A partir de ese punto entramos de nuevo en contacto con las dunas que no abandonaremos en unos 170 kms. Sólo algunos pozos de agua, escondidos en medio de ellas, serán nuestros únicos puntos de variedad paisajística durante los tres días que tardamos en realizar la travesía completa del Gran Erg Occidental.
Cruzar este inmenso mar de arena y dunas argelino, es una experiencia extraordinaria y muy divertida, ya que las dunas no son muy altas y permiten pasos sin riesgos ni excesivas dificultades, lo que no significa que durante todo el recorrido la concentración del piloto sea absoluta, ya que el mínimo despiste hace que el coche se paralize y deba ser desenterrado de la arena.
Tras cinco días llegamos a un palmeral natural que nos advierte de la proximidad de la civilización, nos dirigimos por carretera a Timimoun, una original población con arquitectura de estilo sudanes y con la mayoría de sus casas hechas con arcilla roja, propia del lugar. Situada al lado de un gran palmeral artificial con más medio millón de palmeras datileras, de visita obligada, al lado de un chott blanco y las próximas dunas doradas del Gran Erg, Timimoun deleita al viajero que la visita no sólo por esa biodiversidad de coloridos, sino por sus tradiciones culturales y muy especialmente por sus gentes sencillas y amables.
Por la avenida principal llegamos al mercado, para aprovisionarnos de productos que durante el viaje se han ido consumiendo, con curiosidad observamos que está unicamente frecuentado por hombres, tanto los que venden como los que compran, la autenticidad y la hospitalidad de sus gentes hacen que nos sintamos como en casa.
DE TIMIMOUN AL TANEZROUFT
Timimoun y sus alrededores merecen sin duda una visita más extensa, pero nuestro viaje debe proseguir y tras recorrer el refrescante palmeral, envueltos por el color verde de las palmeras, el rojo de las paredes y las típicas «foggaras», un sistema de riego único de esta región que usa, gracias a una técnica ancestral, minúsculos canales la escasa agua para regar, tomamos la carretera dirección Adrar, donde debemos pasar la noche.
Tras unos 50 kms abandonamos el asfalto para cruzar el Plateau du Tademait, una inmensa llanura de arena dura que nos permite tomar velocidades superiores a los 100 kms por hora.
Por la tarde llegamos a Adrar donde podemos además de ducharnos, reparar las pequeñas incidencias que hasta ahora hemos tenido en los vehículos y donde el cocinero principal de nuestro equipo de guías nos hace una cena excepcional y que recordaremos durante muchos días.
Sin complejos ni temores, vamos sólos a repostar en una de las gasolineras de la ciudad, aprovechamos para comprar agua que es sin duda el material más preciado y consumido por todos nosotros. Siguiendo el «track» del GPS regresamos al Albergue de Mohamed y nos disponemos a degustar una opipara cena que hace las delicias de todos los participantes, cuando el cansancio empieza hacer mella nos vamos yendo a las habitaciones para dormir, excepto las «Inmas» y algún osado caballero que prefieren hacerlo en la terraza bajo un inmenso mar de estrellas, aprovechando la ausencia de la Luna, ventajas de estar en Ramadán.
Por la mañana siguiente, aprovechamos que el HDJ 80 se ha quedado sin batería y con una sola correa, para visitar Adrar, capital de una de las mas extensas (443.782 km2) y deserticas provincias (o wilayas) de Argelia, tiene frontera con Mauritania y Mali.
Adrar (Palabra berebere que significa montaña) es una ciudad eminentemente agricola y comercial, capital del Touat, Gourara y Tidikelt desde principios del siglo XVIII. Esta vasta región conoció desde ese momento un espectacular auge gracias al comercio que se generaba entre el Gran Maghreb y el Africa subsahariana. Como buenos turistas, visitamos la enorme Plaza Mayor o Plaza de los Mártires donde bien podria aterrizar un avión, allí protegida por cuatro puertas de arcilla roja se encuentran los principales edificios de la ciudad.
Tras reparar el Toyota, sustituimos durante 150 kms el Plateau inicialmente previsto por el asfalto, con el fin de recuperar tiempo, pasamos Regganne (cerca de la cual los franceses hicieron explotar su primera bomba atómica el 13 de febrero de 1960) y dejamos la carretera que une esta población con Aoulef para adentrarnos en el más mítico de los desiertos de Argelia, el Tanezrouft.
Tanezrouft, es una palabra berebere que significa el sitio que no vive nadie, y realmente es una perfecta descripción de lo que durante casi 1400 kms vamos a vivir. La soledad, en la inmensidad más increible que uno se puede imaginar. Esta región que separa los oasis saharianos de las llanuras de Mali, está desprovista de puntos de agua naturales, las caravanas lo evitaban en lo posible, en 1809 una caravana de 1800 camellos y 1500 hombres desapareció, encontarndose sus restos momificados casi un siglo después, naciendo un mito que en 1913 el capitán francés Cortier logró vencer como primer europeo a lomos de camello. En 1923 el lugarteniente Estienne y su hermano, lograron atravesarlo con un Renault. En 1926, cuando los franceses hicieron la pista Transahariana colocaron a 564 kms de Reggane un poste de avituallamiento de agua, llamado Bidón V, ya que fué el quinto lugar de acampada y relax que tomaron los hermanos Estienne en su desertica aventura transahariana tres años antes.
El impresionante y gigantesco manto de arena, se transfroma a su voluntad en alfombra amarillenta salpicada con montículos de piedra negra, demostrando que la belleza no está reñida con la inmensidad. Durante el trayecto el embrague del GR se consume y debemos remolcar el vehículo hasta Reggane, el grupo se divide , unos siguen adelante con el coche de los guías y otro grupo de tres coches regresa al asfalto remolcando el coche averiado.
Muy a pesar nuestro, Julio y Vicente se despieden de nosotros y deciden acompañar a su Nissan para repararlo en Adrar, cosa que lograron en menos de dos días. Los dos coches que les acompañaron hasta el asfalto reinician el camino en busca de sus compañeros que hace horas han ido avanzazando.
Imagen cedida por Antonio Alcalá (MArbella)
El grupo adelantado, siempre por fuera pistas, tiene la suerte de descubrir un verdadero lago de agua de lluvia escondido detrás de unas dunas, el baño y la diversión que ello origina no os lo podeis ni imaginar, ya que el calor era bastante sofocante. Las roderas dejadas por los «bañistas» confunden en su regreso a los dos coches que de noche y siguiendo las roderas intentan darles alcance, el HDJ 80 corona la duna y se encuentra con la sorpresa del «gran lago de agua», con algunas dificultades y gracias a la ayuda de un Warn se rescata del baño involuntario. Tras varias horas haciendo una adrenalínica nocturna, los dos grupos se reencuentran y toman una más que merecida cena, a base del famoso jamón de David y vino de Rioja de Antonio. Estamos a unos 8 kms en línea recta del mítico punto del Bidón V.
DEL TANEZROUFT A TAMANRASSET
Llevamos 650 kms de Tanezrouft y debemos ir hacía el oeste dirección Tamanrasset, encaramos un paso de pequeñas dunas y arena, tras un centenar de kms tomamos varios oueds que nos van aproximando a nuestro destino, todas las «pistas» de esta región son extremadamente peligrosas por la ausencia de agua y sólo se puede acceder a ellas con expertos guías tuaregs que saben los pasos exactos que permiten no perder tiempo ni desperdiciar combustible y agua innecesariamente.
Tras 300 kms de implacable marcha, aprecen ante nosotros las primeras montañas de piedra negra, de origen volcánico, erosionadas por el tiempo, el frio y la calor, haciendo las delicias de los fotografos de la expedición, nos encontramos con un verdadero y espectacular paraiso de contrastes y de colores.
Por fin y tras más de 1300 kms de Transahariana llegamos al pequeño y muy disperso poblado de Abalessa, vamos directamente a la gasolinera, ya que como es fácil adivinar, nuestros depósitos estan «bastante» menguados de combustible. Como suele ocurrir en estos casos, no tienen gasoil, aunque el mismo propietario del sitio nos dice conocer un sitio que al triple de precio pueden vendernos, aceptamos y compramos 3 jerricanes que seran suficentes para llegar a Tamanraset y poder repostar en alguna de sus dos gasolineras.
Tras cuatro días vibrantes, impresionantes y maravillosos llegamos al asfalto, con sus señales de tráfico y algunos pocos vehículos transitando por él. El aeropuerto de Tamanrasset con un poste donde nos recuerda lo lejos que estamos de cualquier otra población, nos inidica que la mítica ciudad, capital de los Tuaregs está muy cerca, en mi coche viene uno de los guías, Mubarack, durante el viaje me ha ido contando historias alucinantes de sus aventuras por el Sahara, es un perfecto conocedor de todo ese gran desierto y para él no hay fronteras, ni paises, sólo el desierto. Sumidos en la conversación, llegamos a Tamanrasset y como siempre, vamos a alimentar nuestros secos depósitos de combustible, el único que va sobrado es Jesús con su moto, los demás llenamos todo los recipientes que tenemos para evitar problemas en las próximas etapas.
TAMANRASSET: CIUDAD MÍTICA
Tamanrasset, Tamenghest en berebere, aunque la mayoría la llama Tam, es la capital de la wilaya del mismo nombre, esa provincia tiene una superficie superior a los 619.000 km2 y sólo 193.000 habitantes, de los que 76.000 viven en la misma capital. Es una aglomeración de nómadas, tuaregs, militares, refugiados,… la población, la más hermosa puerta del desierto, se desarrolló a partir de la ubicación en 1927 del Fort Laperrine de la Legión extranjera francesa, con casas hechas de piedra, calles anchas y animadas con mucha gente, demuestra que Tamanrasset está viva y le gusta vivir, stuada a 1773 m sobre el nivel del mar, es por méritos propios la capital del Ahaggar u Hoggar, donde se han encontrado restos pre-humanos de hasta 1.000.000 años de antiguedad. En el periodo prehistórico fue una región vastamente poblada, con ríos abundantes, de los que ahora sólo podemos ver los cauces deserticos. Desde siempre ha sido encrucijada de caminos y nómadas, gentes que venían de Mali y el Africa subsahariana hacía el Norte, aquí llegó en 1904 el padre Carlos de Foucauld, un ex-militar francés nacido el 15 de septiembre de 1858, ordenado sacerdote en 1901 y que a partir de 1904 empezó a conocer, querer y convivir con los tuaregs, estableciéndose a partir de 1905 en Tamanrasset. Siempre vivió al servicio a los más desfavorecidos como amigo, ermitaño y misionero. Aprendió el idioma de los tuaregs para traducir los Evangelios y publicar un diccionario francés-tuareg.
Durante una escaramuza entre los nómadas del desierto en levantamiento contra los franceses, el 1 de diciembre de 1916, le llegó la muerte de manos de uno de los vigilantes tuaregs senusitas, que lo mantenían encarcelado. El 13 de noviembre 2005 tuvo lugar en el Vaticano la beatificación de Carlos de Foucauld en presencia de miles de peregrinos y muchos tuaregs. Actualmente se conserva un museo en la ciudad y la ermita del Assekrem donde oró y amó a sus amigos Tuaregs.
Imagen cedida por Antonio Alcalá (MArbella)
Pero,… volvamos al viaje, tras el repostaje de combustible, nos duchamos y comemos en el Albergue y por la tarde salimos de compras por la ciudad, la llave del Tassili o la Cruz del Sur, son los únicos artículos turísticos típicos de la región que podemos encontrar. Tras tomar unos tes a la menta, en uno de los cafés de una transitada y muy frecuentada avenida, nos trasladamos a nuestra hospedería para cenar un excelente Mechui (Cordero hecho lentamente bajo las brasas, relleno de verduras y patatas) que nos ha preparado Mustafá y sus cocieneros.
ASSEKREM: TUAREGS Y ERMITAÑOS
Al día siguiente, no muy temprano iniciamos el ascenso al Assekrem, con sus 2705 m sobre el nivel del mar, situado en el centro del macizo del Hoggar, donde comparte con el Tahat (2918 m) Tezoulagh (2 800 m), el Ilamane (2725 m), el record de altura montañoso de Argelia. El recorrido, de 80 kms, se inicia por una pista terriblemente ondulada que se va complicando a medida que se va acercando al Assekrem, a 34 km de Tamanrasset, llegamos a una antena de telecomunicaciones con impresionantes vistas del macizo del Hoggar. 30 kms después, un desvío señala el Oued Afilal, donde existe una increíble «guelta» o pequeño lago de agua dulce, donde comemos y compramos «souvenirs» que un anciano y entrañable tuareg, vende con precios más baratos que en la ciudad. Tras reponer fuerzas, retomamos el viaje y, la pista cada vez se hace más difícil y pedregosa, 10 kms después, la moto de Jesús topa con una piedra, cayendo piloto y BMW al suelo. Todos vamos corriendo y el fuerte de Jesús sólo sufre magulladuras acompañadas de algunos moratones, la moto se repara quitando plásticos y aderezando el manillar y el pie de freno.
Seguimos subiendo cada vez con más dificultades, ya que la «pista» es de las que se las traen, con reductora en algunos tramos, sólo el paisaje y los espectaculares montes descuartizados en lonchas de piedra hacen que tengamos ganas y fuerzas para seguir ascendiendo, nos imaginamos al Padre Foucauld la primera vez que subió hasta aquí… Por fin llegamos al sencillo refugio, donde cenaremos y pasaremos la noche.
La ermita donde vivió el padre francés está 200 m más arriba y sólo es accesible a pie, Jesús tras su accidente e Inma con dolores en la zona ventral, se quedan en el refugio. Tras 15 minutos de ascensión, llegamos a la ermita y casa donde viven unos curas de la Orden de Foucauld, nos recibe el Padre Ventura, un catalán que hace tres años vive en ese maravilloso y solitario lugar, nos ofrece té y pastas y nos explica con candor y entusiasmado la historia del fundador de la Orden, también nos cuenta y os contamos, una bella conversación con tuaregs, al poco de llegar aquí.
Es bien sabido la hospitalidad de los tuaregs con los visitantes, cuando el Padre Ventura llegó a la ermita del Assekrem, un grupo de tuaregs que tardaban unas 3 horas en llegar y otras tantas en regresar a sus tiendas, le dio la bienvenida, el Padre aturdido por semejante esfuerzo les preguntó si valía la pena tal caminata para ese encuentro, los tuareg le respondieron: «Amigo, padre, tenemos agua para beber, leche (queso) para comer y lo mejor, nuestra amistad, de que sacrificio hablas, lo tenemos todo aquí». El Padre Ventura, en ese entorno mágico y de indescriptible belleza que estaba, oyó y se emocionó, como nosotros cuando nos lo explicó.
Tras la visita a la Ermita y el Plateau del Assekrem, descendimos al refugio, donde nuestra compañera Inma había empeorado, con fuerte dolor y doblándose por la cintura, la otra lnma, la médico de la expedición, le inyectó calmantes, que parecían no disminuir un ápice el gran desazón de la enferma. Se habla de un posible cólico, que a las 10 de la noche en el lugar donde estamos, sólo nos permite una solución, sedarla para paliar el dolor al máximo y salir lo más temprano posible el día siguiente hasta el Hospital de Tamanrasset.
Con sumo cuidado, evitando al máximo agravar la situación de la paciente, descendemos lo ascendido, llegando 4 horas después al Centro Hospitalario, inmediatamente nos atienden y el médico de urgencias que la visita, tras una radiografía y una sencilla analítica, emite un diagnóstico y un tratamiento, que resulta ser efectivo y a las pocas horas, Inma sale por su propio pie y sin dolores del Hospital, según el médico había tomado mucho te con menta y eso produjo gases que eran los causantes del dolor, cierto o no, lo verdaderamente importante es que Inma estaba totalmente recuperada y lista para continuar la aventura.
TASSILI DEL HOGGAR: BELLEZA AL LÍMITE
El Tassili es una zona montañosa del Sahara Central formada por mesetas de roca granítica y basáltica, de origen volcánico, sobre suelo arenoso fruto de la descomposición y erosión de los montes y mesetas que aquí se encuentran.
Tras la curación de Inma, la moral vuelve a subir, comemos un exquisito «cus-cus» de la mano de Mohamed y decidimos ir al siguiente punto de nuestro recorrido, el Parque Nacional del Tsassili del Hoggar, Jesús con algunas molestias decide seguir esta parte del viaje con la comodidad de un Land Cruiser, dejando la moto a buen recaudo en casa de Mohamed. Salimos a las 2 de la tarde y tras hacer unos 150 kms por oueds y hamadas rápidas, acampamos en las Puertas del Tassili, en una zona de pequeñas dunas rosadas, sobre un amplio plateau, salpicado por montículos dispersos de piedra negra donde numerosas acacias atestiguan el esplendoroso pasado, rico en fauna y seres humanos que habitaron esta región hace 10.000 años.
Por la mañana y después de desayunar, cruzamos la puerta de entrada de uno de los lugares más hermosos del planeta, dos montañas negras de unos 300 m de altura son la frontera natural que separa un paisaje bonito de otro extraordinariamente increíble y único, estamos entrando en el Tassili del Hoggar.
Imagen cedida por Antonio Alcalá (MArbella)
Una estrecha franja de arena que alcanza hasta los pies de las montañas es el camino por el que vamos dejando las roderas de nuestros vehículos, absortos por las formas y especialmente por el contraste de colores, dorado de la arena, negro de las montañas y azul del cielo limpio de nubes. Tras 50 kms de marcha, descubrimos un arco en forma de elefante, bajamos del coche y subimos por la ladera de una duna y quedamos extasiados ante un mundo surrealista de piedras y formas extraordinarias, la cabeza de un águila, un elefante perfecto, arcos y al fondo una cordillera en miniatura que recuerda la montaña de Montserrat, estamos un buen rato haciendo fotos y sobre todo disfrutando de la excepcional belleza del sitio, sólo superada cuando somos capaces de llegar allí con nuestros coches, recorrer esas extraordinarias formaciones rocosas sorteando la blanda arena y conduciendo nuestros todo terrenos es una experiencia insuperable, hasta el extremo que el bueno de David, entrado en trance, decide acercarse a lo que nos parece Montserrat, el resto seguimos disfrutando del momento sin prisas, lentamente, como si quisiéramos detener el tiempo y grabar en nuestra memoria para siempre esos instantes, pero… de repente por la emisora una llamada de David que parece tener problemas, instantáneamente rompemos el sueño y vamos en su ayuda, cuando llegamos a él, su Runner está en una muy difícil posición, atrapado entre dos grandes dunas sin posibilidad de salir por sus medios y con una gran seta de piedra que amenaza «rayarle» la carrocería si se mueve, tras un análisis profundo, los estrategas Ángel y Antonio con el Warn del Land Cruiser colocado en la mejor posición posible, planean un plan de salvamento, que afortunadamente tiene el 100 % de éxito y el 4×4 de David sale indemne de su particular aventura.
No lejos de ahí descubrimos una zona que los lugareños llaman, Youf Ahakit, donde se pueden ver grabados prehistóricos de animales que otrora vivieron por estas latitudes, como jirafas, cocodrilos o elefantes y que ahora por culpa de la desertización han desaparecido.
Seguimos pasando por lugares únicos, con formaciones pétreas espectaculares, hasta una cueva gigantesca que nos da cobijo a la hora de comer. A pesar del calor que hace, por la tarde seguimos descubriendo más lugares interesantes con grabados de animales y paisajes que merecerían cada uno ser fotografiado por su singularidad y belleza.
Abandonamos por unos momentos el Tassili y nos encontramos delante de una nueva experiencia, una superficie de arena bastante dura y que parece no tener fin ni en la lejanía ni en su amplitud, es el Teneré del Tagrera, una planicie limpia de obstáculos que permite durante unos 70 kms ir a más de 120 kms/h, en un terrenos donde no se ve nada más que la llanura, mires donde mires, realmente este tramo de fuera pista fue una experiencia sublime que nos cargó a todos de concentración y energía, liberándonos de adrenalina a niveles insuperables. Salimos del Teneré y acampamos en otro lugar mágico, Jon y David deciden explorar la zona y vuelven maravillados, una vez el Sol ha decidido ir a descansar después de un día donde realmente se ha esforzado para acalorarnos a todos. Nuestros guías nos hacen un pan especial del desierto, una especie de «migas» a la argelina que agrada a todos los participantes, que previamente hubieron cenado abundantemente, eso es gula y lo demás tonterías…
Todos nos despertamos antes del amanecer, nadie quiere perderse la salida del Sol, que por supuesto no sólo no defrauda sino que maravilla a los presentes, la noche ha sido excepcionalmente buena y la temperatura es óptima, todos estamos extasiados por lo que vemos. Tras desmontar el campamento nos dirigimos a una guelta llamada El Ghessour, envuelta en un paisaje increíble de cuevas y montañas, subimos por una trialera a una zona apartada de la pista principal y llegamos a lo que Mustafá define como el Castillo interior, un lugar refrescante y rodeado de formas fálicas que parecen torreones de un castillo imaginario, tan hermoso es el lugar que decidimos quedarnos a comer allí, aunque aún falta un par de horas para que tengamos hambre.
Tras la comida que alargamos el máximo tiempo posible, continuamos nuestra visita por el Parque Nacional siguiendo el lecho de algunos oueds secos, por el camino nos encontramos con un par de campamentos nómadas que están reposando al lado de un solitario pozo de agua.
Al fin llegamos a In Akachaker, un lugar fantástico de descripción imposible, piedras enormes erosionadas con caprichosas formas en medio de dunas de arena clara, en un paisaje que de alguna lejana manera recuerda la Capadocia turca.
Aquí, debemos abandonar el Tassili del Hoggar, un lugar único en el mundo que nos ha cautivado a todos y que jamás olvidaremos, uno de esos pocos espacios naturales y salvajes que merecen ser visitados antes que el Turismo en masa lo desvirtúe, nosotros hemos sido unos afortunados en poder ver ese paraíso en estado casi puro, sin turistas, disfrutando del espacio y del tiempo como casi ya no estamos acostumbrados a hacerlo.
Regresamos a Tamanrasset donde cenamos y dormimos, tras una reconfortante y deseada ducha, antes, llenamos de combustible todos nuestros tanques y esperamos al día siguiente, en el que iniciaremos nuestro camino de regreso a Oran por la carretera transahariana.
TAMANRASSET – IN SALAH – GHARDAIA – ORAN
El viaje toca a su fin, nos quedan 2000 kms para llegar a Oran, con los depósitos a tope y tras despedirnos de Mohamed y todo su excelente equipo de profesionales, excepto Mustafá que nos guiará hasta el Puerto de Oran y que tanto nos han ayudado en este periplo argelino, tomamos rumbo Norte y el asfalto, que cada vez es peor, en uno de esos socavones tremendos, el coche de David tuerce la barra de dirección, que logramos reparar tras un par de horas de bien planificado trabajo, a 170 kms superamos el primer control militar, al que sigue otro en Arak a 213 kms donde repostamos de nuevo, comemos en el lecho de un río cercano a unas grandes dunas.
A 197 kms pasamos otro control militar y 100 kms después llegamos a In Salah, donde dormimos siguiendo instrucciones de la policía que estaba en el control de la población.
Plantamos las tiendas en el pequeño y sencillo camping de la población, tenemos hambre y unos, intentamos comer en algún restaurante local (que ingenuos) y los demás se acaban el jamón y el surtido de ibéricos que aún quedaba.
El día siguiente es el Eid al Fitr, el fin del Ramadán, el día 1 de Shawwal. Es una de las principales festividades islámicas en la que para festejar el fin del ayuno se preparan grandes comidas y se acude a la mezquita con los mejores y blancos vestidos.
Nosotros seguimos por la carretera transahariana dirección a El Meniaa, justo cuando acabamos de superar el primer control, la moto de Jesús dice basta y no quiere seguir andando, hay que ubicarla en la «pick up» y tras una buena sujeción continuamos nuestro camino hacía el norte. Conducimos 400 kms y superamos 3 controles más, llegamos a El Meniaa, donde volvemos a repostar y comemos.
Tras 270 kms y un par de controles más, entramos en la bellísima e integrista ciudad de Ghardaia, desde un mirador contemplamos la mayor y principal ciudad de las cinco poblaciones que podemos encontrar en el valle de M’Zab, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1982. Este valle toma el nombre de los mozabitas, una secta islámica muy puritana que se separó de la corriente principal del Islam en el s. XI. El conservadurismo imperante ha hecho que las tradiciones aquí se conserven mucho más que en el resto, dando lugar a una personalidad propia y muy marcada. Aquí por ejemplo las mujeres van tapadas completamente con telas blancas, ni siquiera usan el burka y las más afortunadas pueden tener un agujero en el velo que cubre su cara y ver por un solo ojo. Las cinco poblaciones que forman este estrecho valle son Ghardaia, Melika, Beni Isguen, Bou Noura y El Ateuf, y todas juntas hacen de esta área una de las más interesantes del país a la que es necesario dedicar unos cuántos días para explorarla bien, nosotros nos conformamos con recorrer el palmeral y alojarnos en una magnífica casa tradicional mozabita, con piscina y una terraza de palmeras y cubierta por parras de vid, las habitaciones inmaculadamente pintadas de blanco y muy limpias, que junto a una buena cena, hacen que guardemos un buen recuerdo de Ghardaia y no desdeñemos la posibilidad de regresar otra vez.
El día siguiente, amanece para nosotros mas temprano que ningún otro día, antes de las 6 de la mañana ya estamos en marcha para superar los últimos 700 kms que nos quedan hasta Oran, durante el recorrido, siempre por carretera en buen estado, se deja atrás el desierto y se cruzan unas montañas de aspecto muy mediterráneo, con muchas viñas, pasando por las ciudades de Laghouat y Tiaret, antes de llegar al Puerto de Oran.
Con el mar Mediterráneo de testigo, abrazamos y nos despedimos de nuestro buen guía y amigo, Mustafá. Sin su inestimable ayuda superamos los controles de aduana, embarcamos en el ferry argelino y desde lo más profundo de cada uno, intuimos un sincero hasta pronto, a unas gentes amables, sencillas y hospitalarias que viven en un país inmensamente grande y de singular contraste permanente, sin mucha infraestructura para el turismo pero, que en pocos años si se lo proponen será un destino muy ambicionado por todos los amantes del desierto y la naturaleza de grandes dimensiones en tamaño, belleza, tradiciones y cultura.